martes, 9 de junio de 2009

CAPITULO CINCO

Moira y yo estábamos esperando en el recibidor de nuestra casa a que viniera uno de los profesores a recogernos para llevarnos a la sala de fiestas.
Mi hermanastra se había puesto un vestido verde que hacía juego con sus ojos y se había recogido su melena roja en un moño muy cool, sus cinco dövmes se movían alrededor de sus piernas, brazos y cara oscilando de manera hipnotizarte. Nunca me acostumbraba a ellos.
A los pocos minutos apareció una profesora, no era la señora Stock, pero tampoco era mucho más simpática.

- Acompáñenme por favor – dijo mientras caminaba hacia el campus – soy la profesora Star y este año yo daré la clase de historia sobrenatural – dicho esto volvió a poner cara de estreñimiento y no nos volvió a dirigir la palabra.

Llegamos a un salón enorme todo muy bien decorado y con muchas luces y colores fuertes para variar.
Había otro pequeño grupo más, pero parecía que Moira, yo y otra hada de pelo azul éramos las únicas de nuestra especie que comenzaban este curso en SubMundo, el resto eran cambiaformas y vampiros.
Miss simpatía nos dejó junto al pequeño grupo y se marchó.
En ese momento entraron tres personas, dos mujeres y un hombre.

- Bienvenidos a SubMundo – dijo el hombre – soy el director Wolf y regento la casa de Gaya o casa de la Tierra – no había que ser muy listo para saber qué tipo de forma adoptaba cuando cambiaba.

- Bienvenidos, soy la directora Black – dijo una de las mujeres. Era una vampiresa preciosa, rubia con el pelo muy largo y ojos azules como el océano – Yo regento la casa de Érebo o casa de la Oscuridad – era la jefa de los vampiros. Los vampiros no son esos seres de los que hablan los humanos, crueles, despiadados y bebedores de sangre, bueno eso último sí, pero por lo demás, son como todos nosotros, una clase de sobrenaturales y que, a diferencia de los mitos humanos, no tienen que matar para comer. En SubMundo está terminantemente prohibido que tomen sangre de cualquiera de los que residimos aquí, el instituto tiene un banco de sangre propio para darles sus bolsitas dos o tres veces al día.

- Bienvenidos yo soy la directora O´Connor, jefa de la casa de Éter o casa de la Luz – todos asentimos e hicimos ruidos saludándolos, la Directora O´Connor tomó de nuevo la palabra – hoy realizaréis el ritual de asignación que comenzará cuando todo el mundo haya llegado al salón, es muy sencillo, sólo consiste en beber del cáliz de Lozor, cuando lo hagáis, brillaréis durante unos segundos con una luz, dependiendo del color de esa luz seréis asignados a una casa u otra – hizo una pausa por si alguien tenía alguna duda y al no interrumpirla prosiguió con su discurso – La luz negra es para la casa de Érebo, la luz blanca para Éter y la verde para Gaya. ¿Lo tenéis claro?

Todos asentimos, los tres directores se marcharon y nos indicaron que esperásemos en el salón a que empezara a llegar la gente, por desgracia la gente no tardó en aparecer.
Tenía un miedo horrible de hacer el ridículo ¿y si se me cae el cáliz? ¿O me chorrea el líquido por la barbilla?
Gracias a Dios llegó Adam y me sacó de mi pesimismo, junto a él había una chica menuda muy linda, era rubia y tenía el pelo recogido en una coleta, sus ojos eran de un precioso color melocotón. Debía de ser Riley.

- Hola – dije con poco entusiasmo

- Es verdad que no se parece a las otras hadas – dijo la chica mientras yo me ruborizaba.

- Pero que mal educada eres – la regaño Adam – no ves que es ya lo suficiente duro para ella – dijo como si yo no estuviera.

- Chicos estoy aquí, ¿podéis dejar de hablar de mí como si no escuchara? Y tú – dije apuntando con el dedo a Adam - ¿no nos vas a presentar?

- Es verdad, perdona, Riley Morgan esta es Dawn Summer, Dawn esta es Riley – ambas nos estrechamos la mano.

Resultó que Riley era una chica estupenda y mientras se llenaba el salón de gente estuvo entreteniéndome con anécdotas e historias del instituto, gracias a eso pude olvidarme del ritual.
Me presentó a algunas cambiaformas, pero no me quedé con sus nombres, luego me acercó al grupo de los vampiros que me miraban de forma extraña, por el olor ya sabrían mi condición de semi-humana, aunque gracias a dios sus miradas no eran hostiles, eran más bien curiosas.
Riley hizo el honor de presentarme a mi primer vampiro. Ok, yo sabía que eran guapos y siempre pensé que si todos eran guapos se tendrían que parecer mucho entre sí ¿no?, me equivocaba, cada uno era guapo a su manera.

- Hola Hugo – saludó Riley ¿Dónde estaba Adam? Ya no estaba detrás de nosotras – Te presento a Dawn Summer – dijo moviendo una mano hacia donde me encontraba.

- Hola Dawn soy Hugo Salazar, es extraño poder dirigirme a un ¿hada? – venga otra vez a dar la explicación ¿debería ponerme una camiseta que diga “semi-humana”?

- Soy semi-humana – al ver su expresión perpleja atajé la pregunta de sus ojos – mi padre era humano y sí, ya sé que no soy como las otras hadas.

- Me alegro, ellas son siempre hostiles con nosotros, sólo nos hablan para pedirnos favores – después del comentario me di cuenta de algo que había sido obvio desde el principio si no hubiera estado tan despistada, la mayoría de las hadas que estaban en el salón solo se relacionaban entre ellos y algunas me estaban mirado con fastidio y asco, supongo que por estar con una cambiaformas y un vampiro.

- Vaya, me acabo de dar cuenta ahora – dije estrechando la mano de Hugo y sonriéndole.

- Uy querida mía, vas a darles mucho de qué hablar – dijo sonriendo y enseñándome sus perfectos y blancos dientes.

Después de la breve pero esclarecedora conversación con Hugo paseamos un rato alrededor de la sala comiendo algunos aperitivos y bebiendo Coca-Cola. Chúpate esa mamá, hay Coca-Cola en SubMundo.
Al cabo de una media hora ya estaba mucho más relajada, Adam y Riley se estaban portando genial conmigo, ni siquiera Moira se había acercado. La había visto haciendo amistad con un grupito de hadas muy Cool y la verdad lo agradecía, quizás así se olvide de mí durante los próximos dos años… bueno, soñar es gratis.
Los directores de las tres casas entraron portando un pequeño cáliz que dejaron en una mesa que presidía la sala. Todo el mundo fue silenciándose y cuando el silencio fue absoluto la directora Black tomó la palabra.

- Iré nombrando a los novicios para que suban aquí y beban del cáliz – dicho esto cogió un papel y comenzó a llamar por orden.

La primera fue un hada muy linda de cabello azul pálido, que se acercó al cáliz y bebió, en ese momento brilló con una clara luz blanca. El siguiente era uno de los chicos cambiaformas que había venido conmigo en el avión, y cuando bebió brillo con una cegadora luz verde.
Después fueron otros chicos y cada uno se fue marchando a un rincón de la sala, hasta ese momento no me había dado cuenta de que las colonias estaban separadas entre sí, las hadas estaban en una esquina, los vampiros en otra y los cambiaformas y yo en otra.
En ese momento un nombre me sacó de mis cavilaciones. Moira Green. Mi hermanastra subió y bebió fundiéndose con la luz blanca de Éter, después me llamaron a mí y mis piernas no funcionaron.
Adam me dio una palmada para sacarme fuera del grupo de cambiaformas, y mientras todos miraban hacia el lado de las hadas yo salí al centro del salón desde el lado donde estaban situados los cambiaformas, aunque por desgracia esa no sería la única sorpresa de esa noche.
Cuando tome el cáliz en las manos pude ver el líquido grisáceo que estaba dentro y tuve un mal pensamiento ¿Qué pasa si no brillo con ninguna luz?, ¿me echarán y tendré que vivir con mis padres? o ¿me dejarán estar aquí como sirvienta? quitándome esas ideas de la cabeza respiré profundamente y bebí el lechoso líquido gris, gracias a Dios, no me chorreó por la barbilla, pero ocurrió algo peor, fui el centro de atención de un millón de miradas asombradas, algunos se tapaban la boca para esconder un grito.
¿Qué había pasado? yo me sentía igual que antes de beber.
Después mire el brillo de mi cuerpo. Negro. Estaba brillando con la luz de Érebo y en ese momento recapitulando en mi mente, me dí cuenta de que la imagen que apareció en mi cabeza cuando estaba en el dormitorio de mi casa, después de haberle lanzado mi plegaria a Éter, no había sido la de un personaje del Final Fantasy, fue la imagen del Dios Érebo la que había recorrido mi mente sonriéndome.
¿Y qué demonios hacía ahora?

1 comentario:

claudiaahp dijo...

guaw cada vez me gusta mas la historia jejeje